Hoy, la principal preocupación del productor ronda en los costos de producción y logísticos que afectan considerablemente a todo el país, sumado a que las condiciones climáticas que reflejan un importante déficit hídrico en diversas zonas, tampoco colaboran con la situación.
Al igual que la zafra 2019-2020, todo indica que el agricultor y los sistemas de logística para la exportación de granos se doblegan nuevamente ante las condiciones climáticas. Incertidubre, es la palabra que define a este escenario, debido a que seguiría la bajante de los ríos por el déficit de lluvias pronosticado para la región.
Como consecuencia, a nivel de la siembra, nuevamente, podrían presentarse retrasos, aunque ante la mínima humedad el agricultor habrá de considerar oportuno para echar las semillas en sus parcelas de producción.
La Unidad de Gestión de Riesgos del Ministerio de Agricultura y Ganadería jugará un papel fundamental a la hora de brindar recomendaciones, que servirán de brújula a los trabajadores de la tierra en una temporada que se presenta difícil a nivel extensivo.
Otro punto que no debemos olvidar son las rutas logísticas. El mayor impacto ya lo vemos en los ríos a consecuencia del déficit híbrico. Las proyecciones tampoco son tan alentadoras, pues se espera que el nivel de los ríos siga en descenso hasta febrero del 2022, aproximadamente.
Ya no es momento de improvisaciones, las cadenas logísticas son de vital importancia mundial y requiere de ocupación.
Hay que admitir que se están concretando varias inversiones viales y estructurales, impulsadas por el Gobierno para potenciar la cadena de produción de alimentos, como el corredor de la exportación, nuevos puentes internacionales, etc. Sin embargo, también hay que considerar que hay pocos canales o alternativas para lidiar con la inestabilidad de los efectos climáticos. Los canales y otras vías fluviales son muy susceptibles a la sequía.
Desde la revista Global, durante años, hemos acompañado el trabajo de pequeños, medianos y grandes productores. Hemos visto zafras buenas, con resultados positivos, como también momentos adversos con resultados penosos. Nos sentimos con la obligación moral de pedir al Gobierno enfocar la vista hacia el sector logístico. Trabajar en alianzas, invertir en infraestructuras “navegables” y mejoramiento de los puertos, para controlar ese espanto a la inestabilidad del clima. Es momento de evaluar esta realidad, trabajar en sintonía con los productores, gremios y demás miembros de la cadena de suministro logístico. Es momento de pasar de la improvisación a la ocupación.