Por Nancy Ocampo, Lic. en Comunicación, especialista en comunicación corporativa. Instagram y Twitter @nanpositiva
De por sí el ser humano necesita comunicarse con quienes le rodean, somos seres sociables y lo hacemos de varias maneras. Así tenemos la comunicación verbal (lo que decimos con las palabras y el tono que usamos) y la no verbal (cómo lo expresamos muchas veces con el cuerpo, los gestos). Para comunicarnos, emitimos un mensaje, justamente allí cuando elaboramos ese mensaje debemos tener mucho cuidado de lo que vamos a decir, y es cuando construimos eso que deseamos decir o compartir a otros.

Ese mismo momento, donde pienso lo que voy a decir, inicia el proceso de elaboración de mi mensaje. Es importante tener cuidado para no lanzar una palabra que pueda molestar, dañar o herir a los demás. Cuando hablamos de la comunicación positiva, lo hacemos desde la emisión de una palabra o mensaje que sea bueno, agradable, que construya al bienestar de otros, la palabra que da ánimo y hace sentir bien a la gente.
EL PODER DE LAS PALABRAS QUE USAMOS
La propia Biblia menciona que la palabra tiene poder sobre nuestras acciones, con lo que decimos se puede bendecir o maldecir. Al emitir un mensaje negativo, quien lo recibe obviamente va a responder de forma negativa, hasta con cierta agresividad. Es por eso que debemos tener en cuenta este consejo bíblico que dice: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, en esto piensen”.
En los medios de comunicación, últimamente tenemos un alto porcentaje de noticias malas, negativas, que cuando escuchas, vez o lees, te hacen pensar que todo está mal y eso va de boca en boca. Hablas con alguien y te dice sí, todo está mal, muchos robos, accidentes, no hay trabajo. Consumir eso nos hace ver todo lo malo que pasa y al final terminamos creyendo realmente que todo está mal, y no es así.
La comunicación positiva es más empática, nos ayuda a mejorar nuestras relaciones con los demás. Da gusto hablar con una persona positiva, sentir la buena vibra que nos trasmite y hasta nos cambia el ánimo cuando compartimos con ella.
Es bueno pensar en positivo, todo comienza al cambiar nuestra forma de pensar ya que eso nos lleva a hablar y actuar de una manera más positiva, vivir en positivo y buscar ver el lado positivo a todo. Es una cuestión de actitud ante la vida y eso nos lleva a cambiar la forma en la que nos relacionamos con quienes nos rodean.
Así como existen personas que nos damos cuenta son negativas, también están las súper positivas. No significa que no tengan problemas, solo que vieron el resultado en sus acciones al verle el lado positivo a todo.
Varias filosofías, diversas religiones y la misma psicología, hablan de esto. La Biblia dice en un versículo “De la abundancia del corazón habla la boca”, eso significa que lo que decimos y hacemos están muy ligadas a lo que sentimos, y eso es respuesta a la vida que llevamos o que construimos. Cada uno decide el tipo de información que va consumir y trasmitir después a los demás. Pensar en positivo debe tener una acción, una actitud y eso debe llevarnos a vivir en positivo.
SER UNA PERSONA POSITIVA
Una persona positiva es aquella que tiene pensamientos positivos y puede ver las cosas que pasan desde una perspectiva más alegre, enriquecedora y optimista. No es que no perciba lo malo que sucede a su alrededor, pero sí tiene actitud diferente ante lo malo que le puede suceder.
Ser optimista o pesimista afecta la salud y el bienestar de las personas. Una persona negativa tiene mayor stress, una persona positiva es más saludable y feliz. Una persona negativa vive con temor y culpas. Por ejemplo, cuando te llama tu jefe, pensás que te va retar o te va premiar. Haz el ejercicio de pensar y actuar en positivo, verás la diferencia que eso genera en toda tu vida.