_ ¿Por qué tardó tanto? ¿No entiendes que mi hijo está mal?
_ Cálmese, dijo el doctor.
_ ¿Cómo que me calme? Como no es su hijo el que está ahí esperando… El doctor, dijo:
_ Tranquilo, señor, ya estoy aquí, ahora deje que haga mi trabajo. Dios está en mis manos.
Después de unas horas en cirugía salió el foctor corriendo de nuevo y le dijo al padre, su hijo está a salvo y siguió corriendo hacia la salida del hospital.
Más atrás venia una enfermera y el padre le dijo:
_ Qué médico tan miserable, no puede ni detenerse para yo preguntarle por mi hijo, ese desgraciado.
A lo que la enfermera respondió…
_ Señor. El único hijo del doctor murió ayer en un accidente y él estaba en su velorio cuando lo llamamos para que viniera a operar a su hijo. Ya, habiéndole salvado la vida, ahora tiene que irse de nuevo para llegar a tiempo a su entierro.
Nunca juzgues a nadie, porque nunca se sabe cómo es su vida y tampoco se sabe por cual momento está pasando.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un cordial abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, mucha Prosperidad, Amor, y Paz.
Claudio Valerio
® Valerius