Es muy probable que alguna vez nos haya pasado de encontrarnos sin fuerzas y, también que, a pesar de cualquier circunstancia adversa, hemos tratado de subsistir a toda costa. ¿Y cuántas han sido las veces que hemos sentido que nuestras fuerzas se fueron perdiendo en el transcurrir de la batalla?
Pues bien, sea cual fuere la situación, y aún sin fuerzas, no hay que rendirse. Pero claro, conseguir este último tiene un gran mérito. Y es que, a veces, rendirse pareciera que es lo más fácil. Sin embargo, rendirse jamás debe considerarse como la mejor opción.
Sin fuerzas, muchos siguen luchando porque sienten que la fe los sostiene…Pablo, el apóstol, que experimentó una revelación de Jesús resucitado, dijo alguna vez (2 Corintios 4:9): “perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;”
¡No te rindas! Porque Nuestro Señor Jesucristo está pronto y dispuesto a conceder esa gracia, habilidad, sabiduría, capacidad, u otro don. Pero, a cambio, pide colaboración, esfuerzo y voluntad.
Ludwig van Beethoven, virtuoso pianista y compositor alemán (Bonn, 16 de diciembre de 1770 -Viena, 26 de marzo de 1827), un admirado y muy respetado músico de su época, con una sordera que se hizo progresiva, expresó con certeza: “La música me llega más fácilmente que las palabras”. Además, este eminente compositor una vez dijo que “el genio se compone del dos por ciento de inspiración y del noventa y ocho por ciento de perseverante trabajo”.
El sacerdote capuchino español Ignacio Larrañaga (1928 – 2013) expresó: “La constancia es el alto precio que hay que pagar por todas las conquistas de este mundo. Todo lo más grande en cualquier ámbito se ha conseguido por una ardiente perseverancia”.
Aunque te sientas triste, no te rindas, porque, cuando persigues algo valioso es inevitable encontrar obstáculos, es inevitable toparse con obstáculos; piensa en un futuro con sueños realizados, un mañana lleno de alegría… Si te sientas perdido, aférrate a la esperanza que alberga tu corazón, no te rindas y, con la mirada puesta en el cielo, recorre el camino soñado.
No te sientas derrotado, piensa que las caídas nos muestran el poder de la fe y de nuestra fuerza. Siempre en la victoria luminosa al final de tu camino, y descubrirás que también los errores son indispensables para aprender.
Persevera, porque es una vocación, es una gracia de Dios y, a pesar de esto, Él nos puede dar otras virtudes en función a esa misma perseverancia. Persevera en la fe, en los logros, que es un regalo de Dios para nosotros.
El florentino Leonardo da Vinci (1452 – 1519), quien en vida se destacó por su capacidad de alcanzar la excelencia en varias áreas del conocimiento, estableció que en su tumba se escribiera este epitafio: “Tú, Señor, regalas todos tus dones al precio del esfuerzo”.
Siempre con una voluntad firme y decidida a permanecer en la lucha, el éxito comienza, el éxito se logra; ese es el gran regalo que Dios nos da para que por nosotros sea utilizado con humildad.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, salud, paz, amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio
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