El aumento de las temperaturas y los niveles de humedad, característicos de esta época del año, crean un entorno propicio para la proliferación de plagas y enfermedades en los cultivos agrícolas. Estas condiciones demandan un esfuerzo adicional en el manejo y cuidado de las parcelas para minimizar las pérdidas en la producción.
Desde la Dirección de Protección Vegetal del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave), mencionaron que es importante reforzar los procesos de monitoreo y control en el campo. Asimismo, recomiendan el uso de fungicidas registrados en el Senave, con una alternancia en los ingredientes activos para prevenir la resistencia de las plagas y enfermedades a los productos fitosanitarios.
Las plagas y enfermedades pueden reducir considerablemente el rendimiento de los cultivos. En el caso de la soja, una gestión deficiente puede generar pérdidas de entre 400 y 600 kg/ha debido a enfermedades de fin de ciclo, y de hasta 1.000 kg/ha en casos de roya. Este efecto se extiende a otras etapas del cultivo, comprometiendo tanto la cantidad como la calidad del producto final.
El monitoreo constante permite la detección temprana de problemas, lo que facilita la implementación de medidas correctivas que limiten el impacto en los cultivos.
Recomendaciones técnicas
El uso responsable y seguro de defensivos agrícolas es clave para un manejo efectivo. Según las orientaciones de la Cámara de Fitosanitarios y Fertilizantes (Cafyf), es fundamental:
- Seguridad en el uso de productos fitosanitarios: Utilizar equipos de protección personal adecuados, siguiendo las indicaciones específicas de las etiquetas y pictogramas de los productos.
- Aplicaciones precisas: Respetar las dosis recomendadas y evitar mezclas no autorizadas para mantener la eficacia y reducir el impacto ambiental.
- Manejo de envases vacíos: Realizar el triple lavado de los recipientes, perforarlos para evitar su reutilización, y almacenarlos en un lugar seguro hasta su entrega en los Centros de Acopio Temporales habilitados.
Estas prácticas garantizan una mayor efectividad en el control de plagas y enfermedades, y contribuyen a la sostenibilidad de la actividad agrícola.
Preparación y prevención
El manejo integrado de plagas (MIP) continúa siendo una herramienta esencial para enfrentar estos desafíos. La rotación de cultivos, el uso de semillas certificadas y la implementación de barreras físicas o biológicas refuerzan las estrategias de control químico.
Por último, el acompañamiento técnico especializado, combinado con capacitaciones periódicas, permite a los productores optimizar sus prácticas y adaptarse a las condiciones climáticas cambiantes. Este enfoque integral es necesario para garantizar la rentabilidad de la producción agrícola, especialmente en un contexto de condiciones ambientales cada vez más variables.